Desafortunadamente no todos los proyectos tienen éxito. Corren tiempos difíciles para los empresarios, y los autónomos y pequeñas empresas suelen ser los más perjudicados.
Aunque haga falta algún tiempo para que consideremos que nuestra empresa va tiempo en popa, si llega el punto en el que no podemos asumir los gastos y las deudas comienzan a acumularse, debe saltar la voz de alarma y no dejar que aparezca la temida palabra : quiebra.
Es una situación difícil de solventar, pero no imposible. Algunos pasos que podríamos seguir serían:
1. Estudiar los puntos débiles de nuestra empresa que nos están llevando a esta situación. Nunca es tarde para llevar a cabo una nueva estrategia que solucione los problemas.
2. Estudiar el estado financiero de la empresa: liquidez, deudas, rentabilidad. Si los números no son nuestro punto fuerte, una buena idea es acudir a un asesor financiero que nos asesore y guíe en este camino con las mejores soluciones.
3. Ser realistas con la situación. Una vez completados los dos puntos anteriores, podemos hacernos una idea global más exacta del porqué de nuestra situación, y es el momento de decidir si es posible continuar adelante o no.
– Si decidimos continuar, el paso siguiente es adquirir nuevamente liquidez y eliminar deudas. Podemos vender activos, liquidar stocks, eliminar gastos no imprescindibles..todo aquello que nos permita recuperar un equilibrio económico.
– Si decidimos que continuar sólo podría empeorar la situación, la mejor decisión sería cerrar el negocio. Sentimentalmente hablando, el tener que abandonar un proyecto que hemos cuidado como nuestro hijo puede ser un golpe duro, pero no hay que olvidar que la mayoría de los empresarios responden ante las deudas con los bienes personales además de con los bienes empresariales, y recibir un embargo del inmueble en el que vive la familia por no negarse a cesar el negocio, es una decisión poco inteligente.
4. Buscar inversores, socios que aporten capital, o incluso un nuevo trabajo para conseguir liquidez si hemos decidido dar otra oportunidad a nuestra empresa, son opciones a tener en cuenta. Una pequeña inyección de capital aliviaría nuestra economía y nos daría la oportunidad de poner en práctica las estrategias para remontar.
5. Priorizar el pago de deudas. Normalmente los acreedores de las empresas suelen ser proveedores, trabajadores, administraciones públicas ( Hacienda y Seguridad Social ) y administraciones financieras ( bancos, entidades de créditos.)
Intentar llegar a un acuerdo con todos ellos, priorizando cuales son los más importantes para nuestra empresa en particular, es la idea más inteligente.
6. Si fuese totalmente necesario y no fuese posible cumplir con ninguna de las obligaciones de pago ni se llegase a un acuerdo, el empresario también podría solicitar la declaración de concurso de acreedores. Un juez declarará la empresa en concurso o desestimará la propuesta después de estudiar el caso.
El concurso de acreedores tiene como finalidad la creación de un Convenio en el que se especificarán las formas de pago para todos los acreedores, pero permitiendo que la empresa continúe con su actividad.
Sea cual sea la situación en la que se encuentre nuestra empresa, nunca hay que bajar la guardia y deberemos actuar con rapidez ante la más mínima señal de que las situación está cambiando.
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