Heredar una empresa familiar
Tradicionalmente las empresas han pasado de padres a hijos de una manera progresiva y natural, haciéndose cargo los herederos del negocio familiar gradualmente y antes de la edad de jubilación de sus fundadores o de su deceso.
El problema puede llegar cuando el propietario de la empresa fallece de forma inesperada y no existe ningún plan o documento escrito alguno que indique qué pasará con el negocio cuando el dueño no pueda hacerse cargo de él.
En el caso de que esto sucediera, en primer lugar la persona o personas herederas deben aceptar la herencia. Esto significa aceptar la propiedad y responsabilidad de la empresa, con todos los deberes ( deudas incluídas ) y derechos que esto conlleva.
Si se trata de varias personas herederas, el proceso se complica un poco, ya que deberían llegar a un acuerdo sobre como organizar la nueva gestión, a sabiendas de que la empresa nunca debe verse perjudicada.
Aceptar la herencia de una empresa implica también ser responsable del pago de impuestos, como el Impuesto de Sucesiones, aunque este puede resultar menor si se acoge a las bonificaciones existentes( hasta un 99%) . Para ello, deben reunirse algunas condiciones:
– Los herederos deben ocuparse de la empresa no menos de un periodo concreto de tiempo ( de entre 5 años a 10 años dependiendo de la Comunidad Autónoma).
– Ser heredero directo del fallecido ( hijo biológico, conyuje, hijo adoptado) o en caso de no existir, familiar colateral hasta tercer grado.
– En algunas Comunidades Autónomas, es posible beneficiarse de las bonificaciones también si el nuevo propietario, auqnue no sea familiar, demuestra haber tenido un vínculo laboral de al menos 10 años, o haber realizado tareas de puestos de dirección o gestión durante al menos 5 años.
Para dejar todo bien atado, se recomienda establecer un plan de sucesión al crear la empresa, y así fijar quién y de que modo se heredaría el negocio. De esta manera, todo el papeleo legal se agiliza y la empresa saldría menos perjudicada.
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